#15: ¡Dolidísimo mensaje de un lector muy herido!

Cristian,

Esos opitas de los cuales tanto te burlas, por su acento al hablar el castellano, por su manera de pensar y de vivir, fueron con los que tú creciste; fueron tus amigos; fueron tus compañeros de colegio; fueron tus vecinos; fueron tus maestros; fueron y siguen siendo la comunidad con la que convives.

Sin lugar a dudas tú eres un opita más burlándose de sí mismo y auto-discriminándose. Vaya absurdo. En ti veo el típico fenómeno del hombre rural que emigra a la capital y que al regresar de vacaciones siente que es superior a los demás. Lo gracioso de todo esto es que ese hombre rural nunca deja de ser diferente a la comunidad que lo creó, y lo peor de todo es que no puede vivir sin ella, ya que ella consigue elevar un poco la autoestima que la gran ciudad destruye. 

Este espacio comunicativo que has creado es destructivo, con anécdotas tontas, bien narradas; sin embargo, no dejan de ser tontas. Es un espacio muy pobre en ideas, el cual solamente refleja tus miedos ante la vida, la ira que tienes hacia ti, a tu historia y hacia el mundo; refleja sin lugar a dudas tus frustraciones y tu baja autoestima.

Yo me pregunto: ¿quién quiere saber todo eso? Solo individuos que estén en tu misma situación patética, desesperada y de agonía existencial en la cual parece que te encuentras. Es una pena ver cómo una persona tan talentosa llena de genialidad emplee sus dones para esto. ¿Ya te has preguntado qué diría John Lennon, tu más importante ídolo, al leer todo esto? Imagina qué diría el mesero opita que te vendió las Guaraná en aquel bar al leer tu artículo.

Amigo: la Comunicación Social construye, aporta valores e ideas, divierte y transforma.

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Respuesta del autor

Apreciado lector(a) anónimo(a):

“Maduramos el día en el que francamente nos reímos de nosotros mismos”: Albert Einstein.

Como usted verá, no a todos les va bien eso de “madurar”.

Pero bueno. Lamento su abiertamente resentido ataque personal hacia mí, solamente porque no pude resolverle en este baladí espacio todas sus cuestiones intelectuales y aquellas denuncias que usted tiene contra el mundo. Lo lamento, de veras, pero este blog no es de filosofía ni es de una ONG.

No obstante, valoro mucho que, a pesar de encontrar mis escritos bastante "tontos", se haya sentado a leerlos todos para sacar semejante tesis psiquiátrica tan leguleya y de la más tegua costura. ¡Qué halago!

Igualmente, espero que, como uno de tantos Antonio Salieri que andan por la vida, usted encuentre por fin a su verdadero Mozart; a ese genio que usted claramente ve en mí y que siempre ha sido su tormento, para que pueda medirse contra él en un "cabeza a cabeza" y aclarar finalmente, para su tranquilidad y estima personales, quién de los dos es el verdadero genio. 

Y reconociendo con franqueza mi incapacidad de instruir a cuanto errabundo vaga por la vida, le invito a continuar en otro lado su intensa búsqueda de eso que le aporte y le ayude a crecer como persona. No venga a sollozarme como un chiquillo: "¡aquí no me instruyen! ¡Aquí no me aportan!". Consiga en otro lugar aquello que creyó encontrar en mi persona "llena de talento y genialidad", y que tanto dolor e infección le causó, al final, no haber hallado.

La salida está marcada con una X, arriba a la derecha. Adelante, usted.