Acá lo que hubo, mis
queridos, fue un “cambio de gabinete”; sacados los españoles a patadas,
quedaron los criollos ilustrados de familias adineradas que nunca, pero nunca,
se han bajado del poder.
Hoy se celebra, entonces, esa
independencia; la de los criollos ilustrados que usaron al pueblo como gas metano para encender la llama de la libertad. “¡Oh Patria! ¡Oh Colombia!”, viene
diciendo los últimos dos siglos toda la irredenta gentuza (usted, yo y el
vecino) que sigue creyéndose ese cuento de la Independencia de la Patria.
Pero ¿cómo es que me atrevo
a decir que los próceres, contadas excepciones, fueron unos hijos de puta? Todo,
mis bombones, queda consignado en ese hermoso y tan mutilado libro “Días de la
Independencia” o “Diario de la Patria Boba”, escrito por José María Caballero, que
cubre semejante periodo entre 1795 y 1819. Ahí está todo, pulpito.
Este Caballero, tal como el Caballero de hoy en día de Revista Semana, se dedicó a retratar los
intríngulis de todos los zafarranchos del movimiento de independencia, ahí, en
sus narices, y en tiempo real (el mismo Caballero participó en algunas peleas
al lado de Antonio Nariño, quien es uno de los pocos al que nuestro cronista no
le pasa el trapo cagado por la cara).
Gracias a semejante tarea, uno termina concluyendo que si Uribe, Londoño y sus secuaces han sido una carretada
de hijos de puta, ¡estas bellezas no fueron nada menos! ¡Que este país se lo
han puesto de ruana los intelectuales, políticos y congresistas, toda la puta
vida! ¡Siempre con la plebe de por medio haciéndose mutilar “por la libertad de
la Patria”! Vaya gracia.
Si en aquella época estos “ilustres
próceres” se echaron el pueblo al bolsillo para que les quitaran a los
españoles de encima a puntae’ mosquete, espada y patada, hoy en día el método para hacer lo que se les da la gana es más barato, hace menos escándalo y se llama “voto”.
Pelaos. No tengo tiempo para
desmenuzarles los detalles del “Diario de la patria Boba”. Pero vayan a la
Biblioteca Nacional un día como hoy, dizque “Día de la Patria”, y léanlo. Entérense
de todo en esa putería de libro, escrito allá, en esos años, donde todo estaba
sucediendo y desde el lugar de los hechos; si van a poner la bandera y a salir a
gritar como unos completos maricas “¡que viva Colombia!”, por favor, que por lo menos no sea
por estos “próceres de la independencia”… ¡Pfffff!
Suave, sin delicarse. Los quiero.