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#26: "El Peor Viaje de Tu Vida".

2001. Ese viernes de comienzo de Parranda Santa, nos íbamos a Neiva, a delinquir, con dos amigos. A eso de las 6 pm, en mi casa, se nos atravesó una botellita de Doble Anís, y nos quedamos fue jartando en la sala.

Nos dieron las 3 de la mañana y les dije: “¡oigan maricas! ¿No era que nos íbamos pa’ Neiva? ¡Mi mamá debe estar pensando que me volqué en el bus!”. Entonces a semejante hora, cogimos taxi pa’l Terminal.

Todos ebrios, llegamos y no encontramos ni mierda en qué irnos. “El próximo sale a las 4:30 pelaos”, dijo un man de Bolivariano. “Es un Pullman”. Les dije a estos idiotas: “háganle, camine, qué hijue’ putas”.

Matamos el tiempo. Yo me compré unas donas. El gringo, una coca cola. El otro marica se durmió un rato.

Finalmente, nos subimos. Era un Pullman de esos de silla tiesa, el exosto hacia adentro y con suspensión rompehígado. Nos hicimos en el último puesto, que queda más elevado que todas las demás hileras de sillas. Éramos nosotros 3 y como 4 parroquianos más. Postrada la nalga, nos quedamos fundidos.

Por allá abrí los ojos. Miré por la ventana. Miré el reloj, eran las 7:30, y apenas Íbamos en Chinauta. “¡Naaah! Falta resto”, dije. Me volví a dormir.

De repente, y bien al rato, yo siento un patadón en todo el riñón. “¡Ayayayay jue’ puta!”. Abro los ojos, y lo primero que veo es al gringo, a lo Matrix, volando desde la silla y a través de todo el bus. El hijue’ puta, en el aire, iba dormido. “¡¡¡Marica!!! ¡¡¡Marica!!! ¡¡¡Pero qué putas!!!!”, gritó el otro güevón. Yo me estrello contra el cabecero de la silla de adelante, y las donas que había comprado volaron a la mierda.        

¡¡¡Pum!!! Cayó el gringuito en toda la mitad, como 7 filas adelante. Un peladito que iba como en la 4ta fila, terminó en plancha al lado de la palanca de cambios, donde estaba la tabla con el producido. El hijo de las mil mierdas de chofer paró el bus. “¡¡¡Hijue’ puta!!! ¡¡¡Hijue’ puta!!! ¡¡¡Me mató a mi chinito!!!”, gritaba el acudiente del niño. 

El gringo se levantó con la jeta reventada, con un sólo zapato y casi ahorcado entre esa chaqueta. Todo, pero todo lo que iba dentro de ese bus, apreciado lector, terminó en la mierda.

Empezó la gritería: “¡¡¡Ole asesino!!! ¡¡¡Qué le pasa!!! ¡¡¡Atarbán!!! ¡¡¡Nos va a matar!!!”. Pero nadie sabía nada. Todos venían dormidos. 

Pues resulta, mi apreciado lector, que este “Schumacher del Tolima Grande”, se había comido un policía acostado (arrodillado o en cuclillas) a 90 kilómetros por hora. Habrá sido tan palurdo el impacto, que me tocó buscar las moneditas y el hígado entre el reguero de donas; al pobre gringo le tocó irse el resto del camino con un taco de papel higiénico metido en el hocico. 

Mejor dicho, eso fue pa’ mierda. Llegamos a Neiva a las 11:30, para un record total de 7 horas en Pullman. Todos reventados, enguayabados, hechos lavaza y listos para ser echados a los puercos. He tenido varios viajes del demonio, por supuesto, pero este, sin duda, es El Peor Viaje de Tu Vida