Junio de 2010. Una
amiga de la oficina me presentó una paisita espectacular, una deliciosura de
pelada. Yo caí redondito. La vaina fue rápida, intensa y duró poco; nunca me
imaginaría cómo las cosas terminarían.
La conocí una noche de viernes en un bar de la Zona T de Bogotá. Mi amiga salió con un man pa’ hacer las dos parejas, y después de parchar un buen rato, yo terminé con la paisita en otro bar con mis amigos. Canuto me dijo: “¿pero qué es esa ricura de nena con la que usté está?”.
Pasaron los
cocteles y nos rumbiamos. El siguiente lunes, mi amiga me dijo: “¡Vero me contó
todo! ¡La dejaste matada!”. Pero me dijo esto: “yo a vos te quiero, pero cógela
suave con ella”.
Empecé a salir con la nena fuertemente, y la verdad que era difícil “cogerla suave”. Estaba una delicia.
Y sí señores que una noche entre semana salimos a echar pola. Estábamos ya prendiditos, tipo media noche, cuando a la pelada le entró una llamada: “es Simón, mi amigo de México que quiere que nos veamos en estos días”, dijo. Ella hablaba de lugares, de horas, que listo, que de una.
A eso de las 3 AM la llevé a la casa. Nos parqueamos enfrente de su edificio a rumbiarnos y a manosearnos un ratico.
Y en ese preciso
instante, y de la fatuta penumbra de la madrugada, veo de reojo que se me
arrima un carro. Tan pronto me volteo para ver, el carro arranca a toda mierda.
Era una Cherokee plateada.
La nena me dice: “ese es mi amigo Alfonso que le da por venir a estas horas a sacarme a rumbiar. Tiene huevo”. A mí no me gustó pero pa’ ni mierda eso. “Ven, ¿sabés qué? Ya es tarde, me voy a subir ya”, dijo ella. “Bueno, dale, hablamos mañana”, le dije.
La nena se entró al edificio, pero lo más sospechoso era que la camioneta se había parqueado a media cuadra adelante, con el motor y las luces prendidas. “Este gran hijue’ puta es el tal Simón que la está esperando”, me dije.
Yo prendí el carro y con las luces apagadas, hice un giro en U entre andenes pa’ quedar con la trompa pa’l otro lado. El hijue’ puta siguió ahí. Esperé como 5 minutos mirando por el retrovisor, a ver en qué momento el man se movía o la paisa bajaba. La vaina estaba retensa: el man, ella y yo esperando que cualquiera de los tres hiciera algo.
De repente, la camioneta se mueve y hace también el giro en U y veo que se me viene encima a toda mierda con las luces altas, bufando ese motor como un hijue’ puta. ¿Quién dijo arranquen? En semejante purgada prendí el carro a toda mierda y cojí esa calle como a 120 pa’ salir a la 134. En esas, la paisa me marca: “precioso ¿ya llegaste a la casa?”. “Sí, muñeca, ya llegué”, le dije haciéndome el marica.
Al otro día la nena me llamó 100 veces a meterme el dedo culo arriba: que era Alfonso, luego que era Sandra que venía a dejarle una plancha pa’l pelo. Malparida perra… yo no le dije ni mierda excepto una pequeña cosa: “mira marica, no me interesa en la más mínima mierda terminar embalsamado en una zanja por salir con una muñeca de la mafia. Suerte”.