Yo estaba rumbiando en Kalúa, famosa discoteca de Neiva por el año 2001.
Estaba en mi mesa jartando aguardiente cuando, de repente, vi a Lucía; ex novia
mía del 2000. Duramos como dos meses porque yo estaba en Bogotá y ella
terminaba el último grado de bachillerato en el Yumaná.
La nena y Sergio, su hermano, estaban rumbiando con un combo ahí. Yo me le acerqué, la saludé, y la invité a bailar: “¡Quiubo! ¿Y usté qué? ¡Camine bailamos un rato y me cuenta de su vida!”. En esa época, uno vivía más caliente que un putas, y era capaz de metérselo a las turbinas del Embalse de Betania.
Bailamos, nos actualizamos, hablamos mierda. Y sí señores, que mi querida ex me salió con una vaina en el más erótico de los acentos: “oiga, usted todavía me gusta”. Y mostrándome unas llaves de carro en la mano, me dijo: “camine nos vamos en el carro de mi hermano para un motel… ya… tengo muchas ganas de comérmelo”. “Hijo de las mil putas”, pensé yo.
La nena me dio las llaves y sin dudarlo un minuto, la cogí de la mano y me atravesé toda la discoteca camino a la puerta y a empujarle los pelos ¡a esta ex tan querida que me había hecho tamaña invitación!
Nos subimos al coupé, yo eché el reverzaso, giré y arranqué como a 400 por las calles del centro de Neiva a las 2 AM. “Paremos en una droguería a comprar condones”, me dijo ella. Yo ya tenía la verga tan congestionada que sentía que se me iba a estallar.
Paramos en una droguería, yo me bajé, compré los cauchos, y al volverme a subir, la nena me salió con una maricada bien típica de las viejas: “marica, Sofía (amiga de ella) me tiene la plata, pero ella está rumbiando en Zhakara; toca pasar por allá”. “Camine, vale mierda”, le dije yo arrancando otra vez a 400.
Llegamos, y mientras ella subía por las empinadas escaleras del sitio, yo solamente me imaginaba flagelándole la nutria a la china en uno de esos baratos pero grandiosos moteles de Neiva.
Pero resulta, mi apreciadísimo y querido lector, que mis ojos no daban crédito a lo que estaba sucediendo: ¡¡¡¡¡¡¡¡LA NENA VENÍA BAJANDO LAS ESCALERAS DE ZHAKARA CON UN MAN!!!!!!!! “¿¿¿¿PERO QUE 70 HIJO DE PUTAS ES ESTA MIERDA????”, pregunté yo escandalizado metido entre ese carro.
Los dos se acercaron, y en medio de mi absoluto y total desconcierto, abrieron la puerta del coupé y se hicieron en la silla de atrás. “¿¿¿¿PERO QUÉ SETENTA MILLONES DE PUTAS ES LO QUE ESTÁ SUCEDIENDO AQUÍ????”, me pregunté otra vez. “Llévenos a Kalúa y pónganos este CD de Café Tacuba”, dijo Lucía previo a pegarle severenda y lujuriosa rumbiada al man ¡¡¡¡¡DELANTE MÍO!!!!
Por supuesto que indignado y emputadísimo, me bajé del carro, saqué las llaves y les dije: “¡¡¡¡¡¡YO NO VOY A NINGÚN JIJUEPUTA SITIO!!!!!! ¡¡¡¡¡¡VOY A COGER YA UN TAXI PA’ KALÚA Y LE DIGO A SU HERMANO QUE USTÉ SE ROBÓ EL CARRO!!!!!”. Ella me respondió: “y cuando él le pregunte ‘¿quién iba manejando?’ ¿usté que le va a decir? Él sabe que yo no manejo y usté sabe que si él se entera de que usted me llevaba a motel, lo tritura…”. “¡¡¡¡HIJO DE PUTA!!!!”, grité yo, mientras ella abrazaba al mancito que hasta ahora solo había dicho: “buenas”.
Así que, mis queridos, en plena prenda, era momento de hacer un assessment de la situación: dejarlos tirados y aventar a esta maldita con el hermano, claramente no era una opción; dejarles las llaves pa’ que el man simplemente cogiera el carro y yo tuviera que pagar un taxi, me luxaba el orto. Botar las llaves a una alcantarilla y dejarlos ahí varados, y hacerme el que nunca estuvo ahí, cuando medio Neiva fue testigo de la escena en la calle, pues tampoco me libraba de una muñequiada del búfalo de Sergio.
En otras palabras: la nena se rascó la cuca conmigo, me restregó la cara contra la verga de su mozo, y me dejó en la posición que ella quería: jodido.
Así que, mis apreciados todos; con mi capacidad de juicio afectada por el alcohol, decidí subirme al carro y llevar a este par de hijue’ putas de vuelta a Kalúa. Miles de mierdas distintas pude haber hecho, pero creo que, para ese entonces, hice la adecuada: hacerme el marica y que esta singular historia quedara, como dice Cerati, “Té Para Tres”.
¡Los amo a todos!
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