Diciembre 2006. Me
fui para el estanco de la 7ma con Av La Toma, en Neiva, a echarme unas chelas
con Lucas Tovar, Carlos Germán Ruíz, y una gente.
Eran como las 7 pm.
Ya veníamos jalaos desde la tienda de La Gaitana. Nos sentamos, entonces, en
una mesa e hicimos corrillo y la mierda. Mi silla me daba toda la panorámica de
gran parte del sitio.
Pola iba y venía a
discreción, y ese estanco a esa hora tenía
un tufo tan hijue’ puta, que eso se sentía desde Peter Pan (reconocida
panadería a par kilómetros del sitio). Gente ebria, pero al mejor estilo “western”:
unos jartos con la cabeza en la mesa, otros escupiendo basura ininteligible, entre
la escandalosa ranchera de Antonio Aguilar.
En una de esas, un
man, sin camisa, se paró de la mesa de enfrente y se fue hacia el mostrador. Yo
desde mi silla me lo pillaba todo. El tipo manoteaba al aire como emputecido
por algo, y le reclamaba a la señora que despachaba la cerveza. “Ese man está pero
en la inmunda”, dije yo, mientras continuaba una charla en mi propia mesa.
Luego, el mismo man
se cruzó enfrente de la mesa de nosotros, y se volvió a aplastar con su combo. Pasaron
unas dos polas. Lo siguiente que vi, me dejó las pelotillas en el pescuezo.
De la nada, y con
carrerita entre las mesas, salió un man del mostrador con severendísima
peinilla “Águila Corneta”, 100% niquelada de aproximadamente 20 pulgadas. Sin
medir sílaba, el hombre se la blandió en el cuero al borrachín: “¡¡¡¡ZOOOOOOOOM!!!!”,
sonó la aterradora arma en el aire, y “¡¡¡¡¡¡¡PLUUUUUUUNG!!!!!!”, pegó de plan
contra el parroquiano… “¡¡¡¡ARRRRRRGGGGHHHH!!!!”, el desdichado gritó.
“¡¡¡¡¿¿¿QUÉ ES LO
QUE NO QUIERE PAGAR GRAN HIJUE’ PUTA???!!!! ¡¡¡¡¿¿¿QUÉ ES LO QUE NO QUIERE
PAGAR???!!!!”, increpó el homicida con la peinilla en el aire, ante la espeluznada
mirada de los que no habíamos caído ebrios. Hasta Antonio Aguilar quedó mudo. El
tipo, que estaba en el suelo, se paró como un becerro espantado y le tiró al
man del machete un botellazo; falló. “¿¿¿QUÉ PASÓ GONORREA??? ¡¡¡¡SI NO SE ABRE
DE ACÁ, LO PICO!!!!”, gritó el agresor levantando la peinilla a lo alto.
Hacía rato que nosotros estábamos escondidos detrás de un árbol al otro lado de la calle, donde queda el cuartel de bomberos.
El borracho
descamisao’ se levantó a trastabillas y le gritó al del estanco: “¡¡¡¡VA A VER
GRAN HIJUE’ PUTA, LO VOY A MATAR!!!!”. El man se fue con las tres rayas de la
peinilla pintadas en el hombro, y todos los que habían salido disparados, se
sentaron otra vez. Volvió la música, y nosotros, patos alcohólicos de mierda,
nos volvimos a aplastar. “Ej que la gonorrea esa insultó a doña Ejperanza”,
explicó un man de una mesa al lado.
Todo, absolutamente
todo, volvió a la calma.
Pero como en toda
historia de Pero No Se Me Delique, falta un trisito más: a la media hora, con
el estanco otra vez a todo taco, llegó el hijo de puta descamisao’ con otros
cuatro y con un meteorito en la mano; lo lanzó contra el mostrador y se
encendió la apedreada, botellada y planera más hijo de puta vista en Neiva en
años. Esa mierda parecía una asonada. La cosa fue tan hijue’ puta que a esa,
por obvias razones, no me quise quedar.
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