#30: Vengan les digo la verdad sobre los concesionarios de vehículos.

Mi querido lector. Todos, pero todos los concesionarios de vehículos, de cualquier marca, son uno hijos de puta pícaros. Si usted es propietario de vehículo nuevo o quiere comprar uno, lamento darle la bienvenida al mundo de lo que yo llamo “el volteo”. Venga le cuento algunos ejemplos que le pueden ayudar a no dejarse “voltear”.

Mire. Cuando tuve mi Corsa nuevo, fui a una revisión de 10 mil kilómetros al concesionario La Floresta, en Bogotá. Después de cobrarme por el mantenimiento de rutina, vi que en la factura me cobraban, además, una botella de agua para batería.
 

Me dio por revisar al detalle mi carro y me di cuenta que esa batería era sellada; o sea, no se le echa agua. El asesor inició, entonces, su “operación volteo”: “no, don Cristian, es que esa agua ayuda a que los electrolitos que contiene el sílice de los bornes no se cristalicen debido a blá, blá, blá…”. “Jefe, la batería es sellada... ¿Usté por qué me habla tanta mierda?”. Por supuesto que no les pagué un penique.


Hace muchos años mi papá tuvo una Hilux nueva. Un día, en plena carretera, se trabó toda la transmisión. Volaron piñones a la mierda. Mi papá fue al concesionario y allá le dijeron: “don Hernando, la poca viscosidad del aceite provocó que la cazoleta de cierre se quebrara, porque usted seguramente la metió al agua”.

“Hermanito, ¿usté es que me vio a mí la cara de güevón? ¿Usté cree que yo compré una Hilux 4X4 pa’ andar en lo seco?”. Tras armar orondo mierdero, mandando 200 mil cartas a la Superintendencia de Industria y Comercio, le arreglaron el carro.

Hace unos años, en otro estrene, a mi papá le entregaron una camioneta con la cara externa de una de las llantas, puesta hacia adentro. “Don Hernando, venga le explico; es que eso es para que”… “Hermanito, a mí me importa un sieso. A meterle esos cuentos a otro que tenga más cara de campesino que yo”. Ya saben ustedes qué habrá pasado.

Y es que todo eso que le dicen a uno, mi querido lector, es libretiao’.

Con mi Mazda 2, hoy en día, estoy en una situación similar. Hace año y medio me hicieron un arreglo por garantía y el carro me quedó con la dirección más dura y 10 grados torcida a la derecha. En Jorge Cortés y Cía., estos han sido los “volteos”:

“Don Cristian, es que es usté el que maneja torcido”; “el buje de su carro nunca se quebró; eso fue una campaña que nosotros hicimos para eliminar un ruido en unas unidades”; “es que su carro tiene el timón un poquito más duro porque es ensamblado acá, y los demás Mazda 2 que usted ha probado, son importados”. Casi me sacan a bolillo de ese taller de la emputecida que me les metí. 

Me fui entonces para la Superintendencia de Industria y Comercio, SIC, y puse una queja de 4 páginas con los debidos soportes de todo lo que se le ha hecho al carro para arreglar esa vaina, y llevé una copia del radicado a Jorge Cortés. Se lo restregué en el hocico al hijo de puta que me trató de “voltear”, y subí al Departamento de Calidad y se lo entregué a la Jefe de la dependencia. La fulana vio los sellos de la SIC y quedó hecha límpido. 

Y es que es así, mi apreciado lector. En este breve relato, hay cuatro marcas distintas involucradas, y todas es a “voltearlo” a uno. La verdad es que, cuando usted entra con 40 millones de pesos en el bolsillo pa’ comprar un carro, se ve uno en ascuas para que la vendedora le saque a uno la lengua del culo; pero luego vaya usted con un problema a pedir que le respondan, y eso se redoblan en la más gamberra sarta de patrañas.

¡Quéjense ante la 
Superindustria! ¡Eso es una putería! ¡Espero haberles ayudado y gracias por leer el blog de las Historias Reales!

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