#22: "¡¡¡¡¡¡Feel the ROAR, Thundercats are LOOSE!!!!!!".

Venido el momento de vengar cualquier denuesto contra mi persona, he sido, a lo largo de mi vida, todo un sicario de las Águilas Negras, un descuartizador del Cartel de Sinaloa, un ario de la Schutsztaffel. O sea, un completo hijo de puta.    

Yo estaba sano, con mis 1,17 metros de estatura y mis 10 años, haciendo fila en la tienda del colegio. 1993, estaba en sexto. Entonces, llegó un futuro Congresista de este país, de grado 11, y me empujó hacia un lado, sacándome de la fila.

Con la educación que el pelao’ no tenía, le dije amablemente: “perdón, ese es mi puesto”. El futuro Senador contestó: “quítese de acá, chino marica, o si no lo levanto”. Insistí, empujándome de nuevo entre la fila: “pero es que yo estaba ahí, ese es mi puesto”. El abusador me mandó de un empujón al suelo embarrado de la fila. “¡Jajajajajajajaja!” se burló media tienda.

Yo me paré, me fui. Lo que musité, mentalmente, casi que no me cupo en esa cabecita: “ok, ok, pedazo de tres veces hijo de las mil putas; te voy a hacer llorar sangre. Sólo dame un ratito, ya verás. Vas a morir”.

Durante el almuerzo, cavilé entonces mi venganza como un pequeño Heinrich Himmler. Teniendo la ventaja de almorzar primero que los otros cursos, terminé de comer y salí hacia la cancha de fútbol donde sabía que encontraría unas enredaderas lechosas en el pasto, y que serían el arma perfecta para hacerle sudar sangre a ese hijo de puta.

Me devolví hacia el comedor. Lo vi salir. Iba con dos Azcárate, camino a la tienda. Me fui detrás, despacito, silencioso, de lejos, con las manitas atrás doblando en 3 partes unos 3 metros de enredadera lechosa en un abominable látigo elaborado por el mismo Tigro, segundo al mando de los Thundercats. “Malparido, vas a sangrar”.

Llegaron a la tienda. El puto, dándome la espalda, inició una serie de estiramientos colgado de la rama de un guayabo; las rameritas estaban distraídas; apreciado lector, había llegado el momento.

Entonces, inicié metódico trote en trayectoria al objetivo (Thunder); aceleré a máxima velocidad cuidando de no ser detectado (¡Thunder!); solté un tercio de lapo para mejorar el alcance y lograr mayor inercia (¡¡Thunder!!); y me elevé por el aire en un salto para, finalmente, (¡¡¡¡Thundercats!!!!), blandirle la poderosísima arma en esas costillas (¡¡¡¡¡HOOOOOOOO!!!!!): “¡¡¡¡¡¡SHUUWIIIIIISSPPPP!!!!!!”, sonó el improvisado perrero. Arqueado en sufrimiento, el hijo de las millones de putas, gritó: “¡AAAAAAAARRRRRGGGHHHH!”.

Yo caí al pasto, dando tumbos, sin el arma en mis manos. Me giré inmediatamente; el puto estaba echado, en el suelo, como una vil perra, lamiéndose (sobándose) la alargadísima roncha que le había quedado en la espalda; “¡Rojitas! ¡Rojitas! ¿Estás bien?”, preguntaron las Azcárate. El man sólo dijo con la voz entrecortada: “a este hijue’ puta lo voy a matar”.

¿Quién dijo “corran”? Me paré y pegué escurridiza carrera hasta la oficina de María Inés, profesora y esposa del Rector. “¡Niño! ¿Usted qué hace aquí?”. “Profe, es que viene un grandulón detrás y me quiere pegar”. El man llegó sin camisa, desahuciado, ojos llorosos. “¡¡¡¡Mire lo que este hijue’ puta me hizo María Inés!!!!”. Yo me dije: “de verdad, maldito aborto de oruga, ¿crees que a ti te van a defender?”.

María Inés, en su mejor estilo, lo vació y lo despachó a enfermería a que le hicieran un injerto de piel en semejante úlcera. Y aunque por 3 meses me tocó pasar todos los recreos escondido entre los niños de primaria, me relamí como un Hannibal Lecter mi gran hazaña de hacerle pagar a ese hijo de puta, el haberse metido conmigo. Ahí les queda, ya saben, ya me conocen. Me dicen el Thundercat.

2 comentarios:

  1. Explique por qué las "Azcárate"?

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    1. Apreciado Lector,

      En analogía entre los dos personajes femeninos de la historia, y la controversial modelo.

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Gracias por opinar, pero no como en El Tiempo.com: