#13: Operación: "Cómo Quedar Como un Pene".

Tengo que decirles que este es uno de los osos más abominables de mi vida. Un oso “Neisseria Gonorrhoeae”, diría yo. En 2004 yo estaba en 6to semestre de la Javeriana, y en una clase empezó a sucederme una cosa muy particular: una pelada me miraba y me miraba. Yo la volteaba a mirar, y la nena me bajaba la cara.   

Era alta, severo cuerpo, de un pelo hermosísimo. Yo abría la puerta, entraba al salón, y cuando buscaba un pupitre pa’ sentarme, la nena me tenía los ojos encima. Par de días, traté entonces de hacerle un gesto, levantarle las cejas en señal de “hola”. No sé, alguna mierda. Pero la nena se sonrojaba y volteaba la cara. 

Entonces inicié un operativo para averiguar quién era, en qué semestre estaba, qué horario tenía. Todo, porque no teníamos amigos en común. Tenía que arrancar de la nada.

Lo primero: el semestre y el horario. Como un guerrillo, en dos viajes al listado de la profesora de la clase, me levanté la cédula. Con la cédula me fui a la intranet de la U: Natalia Méndez, 4to semestre, énfasis organizacional. Nos encontrábamos en dos salones más a la semana. “Bien, hijue’ puta”.

Pero a pesar de que me la encontré varias veces en esos cambios de salón, la pelada me miraba, y al tratar de saludarla, me agachaba la cara, se sonrojaba. Y las miraditas en la clase seguían. ¡Qué situación más desesperante! ¡Aaargh!

Con las semanas me hice como amigo de una conocida de ella. Paola Manrique. “Oye Pao’, esta pelada Natalia es amiga tuya ¿no?”. “Sí, sí, Nati es una querida”. Le conté. Todo: “ella y yo nos miramos, pero no he podido hablar con ella. Me levanté el horario, el semestre, la cédula, pero pailas”. “¡Yo te ayudo!” dijo la nena. “Dame unos días y yo le pregunto”.

Pero me quedé esperando como un marica. Pasaron los días y esta china no me dio ninguna razón. Las miraditas aflojaron bastante. Yo dije: “pailas, aquí ya no hay pero ni mierda aquí”.

Entonces, Paola me llamó una noche; totalmente inesperada la llamada. Le contesté sonriente, así, con corrientica en las pelotitas. Yo dije: “¡no! ¡Mañana nos vamos a tomar un café con la nena! ¡Me la va a presentar! ¡Por fin vamos a hablar!”. ¡Ejhém! Su mensaje fue el siguiente:

“Pues mira, Cris. Hablé con Nati, le conté todo: que la quieres conocer, que te la pasas mirándola, que te conseguiste la cédula, que le bajaste el horario, que le hiciste la esperita en los salones; entonces, pues ella me dijo que tú eras un maldito loco hijo de puta, que ella te mira simplemente porque eres un enano anómalo, que te va a sapear con todas sus amigas, y que si tú te atreves a mirarla o a hablarle en el parcial final de mañana, te va a mandar a triturar la jeta con el novio”.

El supletorio me costó 50 mil pesos.     

1 comentario:

Gracias por opinar, pero no como en El Tiempo.com: