Era
alta, severo cuerpo, de un pelo hermosísimo. Yo abría la puerta,
entraba al salón, y cuando buscaba un pupitre pa’ sentarme, la nena me tenía
los ojos encima. Par de días, traté entonces de hacerle un gesto, levantarle las cejas en señal de “hola”. No sé, alguna mierda. Pero la
nena se sonrojaba y volteaba la cara.
Entonces
inicié un operativo para averiguar quién era, en qué semestre estaba, qué
horario tenía. Todo, porque no
teníamos amigos en común. Tenía que arrancar de la nada.
Lo
primero: el semestre y el horario. Como un guerrillo, en dos viajes al listado
de la profesora de la clase, me levanté la cédula. Con la cédula me fui a la
intranet de la U: Natalia Méndez, 4to
semestre, énfasis organizacional. Nos encontrábamos en dos salones más a la
semana. “Bien, hijue’ puta”.
Pero a pesar de que me la encontré varias veces en esos cambios de salón, la pelada me miraba, y al tratar de saludarla, me agachaba la cara, se sonrojaba. Y las miraditas en la clase seguían. ¡Qué situación más desesperante! ¡Aaargh!
Con las semanas me hice como amigo de una conocida de ella. Paola
Manrique. “Oye Pao’, esta pelada Natalia es amiga tuya ¿no?”. “Sí, sí, Nati es
una querida”. Le conté. Todo: “ella y yo nos miramos, pero no he podido hablar
con ella. Me levanté el horario, el semestre, la cédula, pero pailas”. “¡Yo te
ayudo!” dijo la nena. “Dame unos días y yo le pregunto”.
Pero
me quedé esperando como un marica. Pasaron los días y esta china no me dio
ninguna razón. Las miraditas aflojaron bastante. Yo dije: “pailas, aquí ya no
hay pero ni mierda aquí”.
Entonces, Paola me llamó una noche; totalmente inesperada la llamada. Le contesté sonriente, así, con corrientica en las pelotitas. Yo dije: “¡no! ¡Mañana nos vamos a tomar un café con la nena! ¡Me la va a presentar! ¡Por fin vamos a hablar!”. ¡Ejhém! Su mensaje fue el siguiente:
Entonces, Paola me llamó una noche; totalmente inesperada la llamada. Le contesté sonriente, así, con corrientica en las pelotitas. Yo dije: “¡no! ¡Mañana nos vamos a tomar un café con la nena! ¡Me la va a presentar! ¡Por fin vamos a hablar!”. ¡Ejhém! Su mensaje fue el siguiente:
“Pues
mira, Cris. Hablé con Nati, le conté todo: que la quieres conocer, que te la pasas mirándola, que te
conseguiste la cédula, que le bajaste el horario, que le hiciste la esperita en
los salones; entonces, pues ella me dijo que tú eras un maldito loco hijo de
puta, que ella te mira simplemente porque eres un enano anómalo, que te va a sapear con
todas sus amigas, y que si tú te atreves a mirarla o a hablarle en el parcial
final de mañana, te va a mandar a triturar la jeta con el novio”.
El
supletorio me costó 50 mil pesos.
jajajajajajajajajaja el opita intrépido!!!!!
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