#4: "¡Cuidado! ¡Casi Mata a un Genio!".


Yo la verdad que he sido malo, malo para las sustancias psicoactivas. No me hacen, no me traman. Admito haber fumado yerba 5 veces en la vida, siempre con las más disparatadas consecuencias. Esa noche, después de andar dando vueltas por Bogotá en el carro de un amigo salíamos de una casa de lenocinio.

Hasta esa instancia yo había manejado el carro de mi amigo porque él estaba ebrio, y los otros dos no tenían pase.

“Deme las llaves”, me dijo al salir. “Marica ¿ya está bien pa’ manejar?”. “Sí, sí, fresco, deme las llaves”. Sólo atiné a decirle: “ojo, ahora no es que nos vaya a matar”.

El man arrancó y cuadra arriba por la calle 90 se compró un carrujo. Lo encendió y arrancó a 400 por hora por la 92 y cogió la autopista. Yo iba atrás a la izquierda, detrás de él. Otro iba de copiloto y el que estaba sin pase iba al lado mío.

Cuando mi amigo me pasó el carrujo, el copiloto dijo “venga, suba por acá y comamos algo en la 116”. Mi amigo, en aparente estado, pisó el freno y giró el timón completo a la derecha con una chance de tomar la curva de un 0,00032%. Eso voló mierda al zarzo.

El carro terminó sobre el andén de 60 cms debajo del puente de la 116, con la caja en el piso y un poconón de vapor saliéndole del radiador. El man se abrió la cabeza, yo me quemé la cara con el carrujo, el que iba al lado mío rebotó como un manimoto, y el mancito que iba de copiloto no sé por qué mierdas dijo: “¡Cuidado! ¡Casi mata a un genio!”.

Nos bajamos conmocionados, llegó la tomba: “¿Qué pasó? Chinos maricas ¿Quién iba manejando? ¿Estaban bebiendo no? López, échele una revisada al carro”. Yo estaba borracho, trabado, reventado; mi amigo se había subido por la 116 a buscar un teléfono; los otros dos estaban sentados en el andén.

El tombo revisaba entre el carro, se me acercaba, me olía; yo no lo miraba a los ojos sino por allá a la pituitaria. Englobado, vuelto mierda. Uno de los que iba en el carro se me arrimó y me dijo: “marica, váyase, usted se ve muy mal, fresco; váyase que por usted sólo, nos encanan”.

Me giré pasitico, manos en los bolsillos, mirada al piso, y songo sorongo arranqué caminata olímpica por la 116. Cogí un taxi.

Lo totalmente loco y demente de toda la situación, mi querido lector, llegó a continuación. El taxista, a la altura de la 100 con séptima y absolutamente inadvertido, me espeta la editorial de la noche más bizarra y aberrante de toda mi vida: “¿Oiga, los chinos son la cagada no? Ahí abajito de donde lo recogí a usted, en todo el cruce de la paralela con 116, unos güevoncitos en un Ford Laser blanco me cerraron y por allá contra el andén fueron a dar... ¡Usted ni se imagina cómo dejaron ese carro!”.   

5 comentarios:

  1. jajajaja las casualidades d la vida!! excelente!!

    ResponderEliminar
  2. no seaa maricaaa yo me autosuicido como dijo oscar pedazo jajajaja

    ResponderEliminar
  3. * y uno de los que estaba sin pase al lado mio.

    es como un simple problema matematico.

    J.R

    ResponderEliminar

Gracias por opinar, pero no como en El Tiempo.com: