#54: "¡Se nos entró una chucha a la casa!".

Didelphis Opitae, o Chucha de Neiva
Esa mañana, como todas las mañanas en mi casa, en Neiva, me despertaron los ruidos de los trastos, del platón, de la escoba, de la losa. Qué putería me daba a mí eso; mis papás se levantan siempre desde las 4AM a lavar, trapiar, mariquiar. Yo me revolcaba en la cama queriendo dormir.

Pero esa mañana, de repente, escuché yo un ruido el hijue’puta, y unos gritos ininteligibles; “PAFEMEMMG ARGGHH PAROHAALAMM!!!!!!!!!”. Yo dije “uy, qué mierda”… “FEEEGHHTAAAM PUMAAANLAAFERAA”… “¿Estos dos estarán peliando?”, me dije yo todavía entre las cobijas. Mi papá gritaba, como si estuviera muy puto: “PEROGG HAAMM PONJALAMM UROOO!!!!!!”. Y golpes, y maricadas… Yo dije: “marica… mis papás se están cascando…”.

Pues eso nunca sucedió en mi casa, así que me dio maluquera de que se estuvieran cogiendo a traperazos; entonces me levanté y bajé la escalera pensando: “uy, qué gonorrea que estos se estén dando…”.

Me paré como en el 6to escalón antes de llegar abajo, pa’ pillarme la trifulca… Silencio total.

Me agaché un poquito pa’ ver todo el primer piso y me encuentro con el más bizarro de los cuadros: mi mamá, subida en la silla del comedor, llorando y tiritando, y con una hijue’ puta escoba en la mano. “¿Y aquí qué vergas?”, dije yo. Me agaché un poquito más y vi a mi papá en el patio, con otra escoba, todo agitado, emputado, espeluznado, o en cualquier otro estado entre la putería y el miedo que no puedo describir.

Bajé el resto de escaleras y me planté a decir entre airado e indispuesto: “¿Qué es esta mierda? ¿Qué pasó acá?”. Mi mamá se voltió sollozando y me gritó: “¡¡¡¡¡¡¡¡MIRE LO QUE SE ENTRÓ AL PATIO!!!!!!!!! Yo miro hacia el fondo y veo arriconada, mis queridos lectores, una de las caras más feas de todo el reino animal de todo el planeta: una jijue’puta chucha.

“No, no, no… pero qué es esta mierda”, pensé yo. Hocicuda, pelada, apaleada, mojada y haciendo una exhalación salida del culo de lucifer, ahí estaba la gonorrea esa. La verdad que no me dio ni mierda de alivio saber que el escándalo era por el zafarrancho que había armado esa porquería de mamífero en mi casa, y no porque mis papás se estuvieran dando en la jeta.

Entonces mi papá, entre emputado, asustado, y cagado de la risa por lo absurdo de la situación, me mete en la colada: “hermanito, ya que usté se bajó, coja la escoba de su mamá y se para en la puerta, por si se me vuela la chucha; usté le pega su escobazo”. “Oigan a este guevón”, pensé yo. Le dije: “¿usté de verdá espera que yo me pare en la puerta disque a atajar una chucha? No papá, a mí no me meta en esa colada”.

El man la tenía arrinconada contra la lavadora, y esa hijue’puta tenía zipote cara de rabia, sífilis, babesiosis, toxoplasmosis etc.

Y sí señores que en ese justo instante, la porquería esa se le echó encima a mi cucho: “¡¡¡¡¡¡¡AYYYYY JUE’PUTAAAAA!!!!!!!”, exclamó el man absolutamente meado y cagado del susto, mientras fallaba por algunos centímetros zipote escobazo; nosotros, con mi mamá, nos uníamos al unísono con un asustadísimo: “¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡PERO QUÉ PASOOOOO JUE’ PUTAAAAA!!!!!!!!!”; la gonorrea esa se entró al comedor, y no hubo nadie que callara a mi querida madre: “¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡CRISTIAN CRISTIAN!!!!!!!!! ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡COJA LA ESCOBA Y SAQUE ESA MIERDA DE AQUÍ!!!!!!!! ¡¡¡¡¡¡¡¡¡RÁPIDO!!!!!!!”… Mi mamá ni sospechaba que yo hacía rato estaba acobardado subido en un butaco.

La horripilante criatura, mi querido lector, se desvió hacia la sala y se metió debajo de un sofá. Todos mirábamos espeluznados y pensando: “¿pero cómo hijo de putas se le mete a uno una chucha en la casa?”.

Mi papá llegó a la sala con cero ánimos de dejarse ganar. Me gritó: “¡¡¡¡¡¡CRISTIAN!!!!!! ¡¡¡¡¡COJA LA ESCOBA Y VENGA P’ACÁ QUE LA TENGO YA JODIDA!!!!!”. Yo, cagado del susto y completamente asqueado por la experiencia, no tuve más remedio que unírmele.

Corrimos el sofá, y mi papá, sin agüero, la arrinconó en una esquina presionándola con su escoba. En esas me dijo: “coja usté y ahí péguele unos dos escobazos en la cabeza bien duro”… “uy, qué hijue’puta”, pensé yo. Sin ningún ánimo de untarme de sangre (metafóricamente) preferí cambiar de roles con mi papá y le dije: “yo se la espicho, y mejor cójala a escobazos usté”; intercambiamos escobas rápidamente sin dejar al bicho ir, y mientras dicha criatura mordisqueaba el palo de mi escoba pa’ liberarse, mi papá le dio par batazos y ahí quedó tendida la pobre.  

Mis queridos lectores, fanáticos de Naturalia, lo lamento mucho. Era lo correcto en el momento.

El animal botaba sangre por la boca y mi papá hizo el respectivo levantamiento del cuerpo. Mi mamá se bajó de la silla preguntando: “¿la mataron?”. “Sí, ya mi papá la echó al recogedor y se la llevó a Fruco (el jardinero) pa’ botarla”. Entonces le pregunté a mi mamá: “bueno mami ¿y cómo mierdas se entró ese bicho acá?”; ella me dijo: “la próxima vez que hagamos sancocho, no dejemos la olla en remojo sobre el lavadero”.

“Mmmmh… Todo muy claro, mamá”.    

1 comentario:

  1. Que pesar por el bicho ala!!!! pero definitivamente imaginármelo trepado en un butaco me hizo reir!!!!

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