Como muchas personas de Neiva y de otras partes saben o habrán escuchado
en noticias, en diciembre pasado, en Neiva, desarticularon una banda dedicada
al fraude electrónico con tarjetas de crédito. Básicamente las clonaban,
compraban hasta pa’l putas y a cualquier tarjetahabiente de cualquier parte del
mundo (EE.UU, China, Uruguay o Pitalito), le llegaba en su extracto una
misteriosa/millonaria compra que nunca hizo.
Durante 3 años robaron 5 mil millones de pesos en avances y mercancía,
todo a través de tarjeta.
La banda la integraban unos 11, y a mucho pesar, un pelado que creció
conmigo en el conjunto, actualmente procesado por fraude electrónico y hasta pa’
la verga.
Pues les cuento que lo que hoy en día ha sido zipote tema en Neiva y ha
salido en noticieros nacionales, tiene un impensado origen y se remonta a 1999. Yo fui testigo de
todos los intríngulis de la cuestión, y conocí mucho la vaina cuando este tipo
de fraudes apenas se empezaron a hacer.
¿La razón? Los que comenzaron a joder con eso en Neiva, fueron amigos
míos.
A diferencia de esta banda que contaba hasta con máquinas para imprimir
los plásticos y rayar las tarjetas donde quisieran, los maricas se levantaban
un software. El software les arrojaba una combinación de números de tarjetas, y
la cuestión era probar dichos números en páginas de internet de compras (Ebay,
Amazon, etc.) para ver cuáles servían y comprar de una vez todo lo que
quisieran.
La verdad, eran hurtillos culos; compraban maricadas pa’ ellos o le
pedían a uno lo que uno quisiera y uno les compraba: CD’s, DVD’s, libros,
zippos, camisetas.
Estoy hablando de épocas de colegio.
Según mi conocimiento, nadie más mariquiaba con ese programita pa’ sacar
números de tarjetas y comprar por internet. ¡Pero eso le sacaron el jugo!
Eso hubo un hijue’ puta que se compró todos los estuches de lujo de CD’s
que hubieran salido en esa época: de los Doors, Led Zeppelin, Metallica, “Black
Sabbat & Charrito Negro, Live at the Plazas Alcid Stadium”. Jue’puta, era
la locura. También había pedido un Dreamcast de Sega (consola de videojuegos) y
casi que el cuarto del man parecía el del hijo de Pablo Escobar.
Otro marica, enfermo esquizofrénico y enajenado por el Manga, pedía
cuanta serie marica de esa que dieran en el mundo: “Evangelion”, “Captain
Tsubasa”, que los “Los Soplacotoplas”, que “Los Comeglandes”. Me decía: “me
compré la segunda temporada de Bushido Blade en la que Hochin chuchuwang tiene
la espada de Wang Shu Peng”… Malparido idiota. Yo no sé cómo mierdas no se
volvió loco de tanta estupidez fantástica que se metía en esa cabeza.
Otros maricas de esa época veían más la cosa como un negocio, y se
metieron el champú de hacer plata con eso. Uno de ellos, recuerdo, pedía libros
de medicina que costaban una tula y los vendía en el centro de Bogotá a módicas
sumas. Libros de $700 mil a $250 mil. Hacía las lucas pero, pues, se bebía la
plata.
Otro pedía guitarras eléctricas y las vendía a chinitos que recién comenzaban
a tocar en aquella época. La cosa parecía ya una PYME del crimen.
Eso duró así unos 3 años. Y cuando las quejas de mucha gente a nivel nacional empezaron a llover, los
bancos y las aseguradoras de cartera se emputaron y empezaron a hacerle
seguimiento para ver qué mierdas era lo que pasaba.
Ahí les cayó la roya a estos pelotas, y se empezó a hacer cada vez más
frecuente entre ellos la siguiente expresión: “marica, me cayeron del banco”.
Como en los pedidos de internet ponían las direcciones de sus casas, los
bancos empezaron por ahí. Yo estaba en el apartamento del esquizofrénico del Manga, en Bogotá,
cuando le entró una llamada. Se puso blanco y escurrido como el culo del Papa. “Marica,
me llamaron de Bancafé, que si yo hice tales compras”, me dijo. Recuerdo que
botó toda esa mierda y jamás volvió a joder con eso.
Por el año 2002, todos ya estaban sanos.
Y luego, mis queridos lectores, pues vino esto. Llegó gente con “mentalidad
emprendedora” y le puso todos los insumos para engordar las cifras y no robar
CD’s ni libritos, sino plata por arrobas. Y siguen por ahí destapando personas
que presuntamente se prestaron pa’l fraude.
Pero bueno, como reza por ahí un dicho: “al burro que tiene plata se le
llama ‘Señor Burro’”.
Disclaimer: Pero No
Se Me Delique ha preservado, por obvias razones, la identidad de los personajes
de esta historia y les manda un fraternal saludo.
ole de paso complice!!! jajajaja...o porq no dijo pa las rebajas y gangas....
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