#27: ¿Por qué tanta mujer hoy no sirve pa' mierda en la casa?

Sí, ok, ya sé, apreciada lectora, que usted, posiblemente,  quiere colgarme de las pelotas del ventilador de un parador en la carretera que de Espinal conduce a Neiva.  Los lectores, quién sabe. Pero cálmese. Al final le explicaré mis razones, de por qué digo, que de verdad, hoy en día, muchas mujeres no sirven pa’ mierda en la casa.

Miren. Salí alguna vez con un bombocito cucuteño más puerco que cagar en el lavamanos. El día que le conocí la casa, casi me suicido. Mierdas descompuestas por todo lado, la cocina hecha una desastre; el día que me la tiré en su cama, me tocó aguantar la respiración y me le hice encima para evitar el mayor contacto con los trapos de cocina que tenía por sábanas.

En algún otro par de visitas, vi una de las cosas más horrendamente asquerosas que he visto en mi vida; su perro, un hijo de puta French Poddle tamaño venado, se sentaba en la cama, y con las dos patas de adelante se arrastraba y restregaba su ano sobre el tendido, sin que esta ñuca de las miles de millones de putas le dijera algo. A los 3 días la abrí.

Y son hartas las que he conocido. Puercas, sucias. No barren ni trapean la casa, no lavan la losa al momento, ropa y calzones en el baño y cuarto. Hombre, qué mierda.

Yo sé que usted ya debe pensar que yo soy el man más machista y atarbán del mundo. Y ya debe estar arrancándose el cuero cabelludo a mordiscos de pensar que soy el enano más retrógrado del mundo, y que estoy ignorando casi un siglo en el que, por fin, se le dio igualdad a la mujer.

Pues no. Me alegra todo eso. Me da mucha dicha. Hermoso. Pero es que ¿de dónde sacaron que porque uno se emancipa, se vuelve puerco? Todas conocen su puesto en el mundo laboral, académico, etc, pero se les olvidó el de la cocina, el del lavadero.

Porque es que (y aquí planteo de lleno mi punto) la cocina, el lavadero y la conservación del espacio familiar o individual no es de género. Hoy en día, sea usted hombre o mujer, el ser humano debe ser integral, saber hacer de todo, especialmente cuando es para sí mismo; su casa, sus sábanas, su cocina, su cuarto.  

Yo cocino, trapeo, barro, plancho, limpio el polvo, y lavo la losa, el baño y el carro. La modernidad no fue sino para que muchas se volvieran puercas. Pa’ eso fue. “¡Ay! Yo no lavo porque eso es para las abuelas”. ¿Díganme eso? Jue’ puta flojera ola.

Entonces, pues nada. Qué puedo decir. No sean puercas las que lo sean. Atiéndanse, respondan por sus casas, sus cuartos. En el mundo hay empleadas, y también mucha gente inútil e incapaz que aún teniendo quién les haga, viven en el fango. Con perros que restriegan su ano en sus sábanas. Hoy en día hay que saber hacer de todo, hay que valerse por sí mismo, “meter el culo”. Y si cada fulana deja sus calzones donde le place, pues no habrá ningún problema que le digamos “puerca” ¿o sí?

Ya me veo la avalancha de misivas solicitando mi crucifixión testicular desde un par de aspas del Parador Rojo de Melgar. Bienvenidas sean. No olviden que, como sea, las quiero y las amo, mamacitas todas. Ojo, sin delicarse.

¡Chiuck!

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